Dublín, domingo 10 de julio de 2011
Durante la existencia del blog os iremos presentando a distintos seres con los que nos vayamos encontrando ―el pedofas― y reencontrando por Irlanda. En el caso que nos ocupa, se trata de alguien que no necesita de mucha presentación para unos cuantos de vosotros, pero alguna habrá que hacerle, ¿no?
Nos conocimos en el ecuador de los 18 años ―ambos nacimos en abril del 85, «buen año», que suele decir él―, en unos pasillos llenos de metas y sueños, en unas aulas rebosantes de aprendices de la vida, esa gran desconocida que jamás para de sorprendernos…
En los años universitarios no solíamos charlar más que de vez en cuando, principalmente de música ―mi antigua melena y algunas camisetas negras que constantemente llevaba invitaban a ello―. En cuarto curso él se marchó de Erasmus a Francia, y a su vuelta verle con una guitarra por los jardines del Campus es una de las estampas que todavía hoy más vivamente recuerdo del año que cerró aquel lustro.
Acabada la carrera, se volvió para París, donde a primeros de junio de 2010 nos volvimos a encontrar. Un año y un mes después, volvíamos a vernos en un país alejado de la Península Ibérica…
―¡Pedrito! Qué estoy otra vez de José Luis López Vázquez… ¿Ya estás por Dublín? ―le pregunté ligeramente encogido desde el interior de una cabina telefónica.
―Sí, estamos tomando un café junto al famoso puente blanco que hay en la entrada de Temple Bar. El café se llama Society ―afirmó entre risas.
―¿Lleváis mucho tiempo allí? ―interrogué.
―No, acabamos de pedir… Estaremos un rato por aquí ―anunció telegráficamente.
―Vale, danos 15-20 minutos para encontrar el sitio, si no te llamo desde alguna otra parte. Hasta ahora
―tras lo que colgué el teléfono.
Después de diez minutos dando vueltas a la manzana de Temple Bar en la que se halla el puente ―que posteriormente supe que se llama Ha´Penny― no encontramos el sitio, así que tocó buscar otra cabina a la que alimentar con una moneda de 1 euro.
―¡Oye tú! Que no encontramos el café por ninguna parte… ¿En qué extremo del puente está? ¿En el que da a Temple Bar o en el que no? ―especifiqué en mi pregunta para ser lo más preciso posible.
―En el que no ―contestó veloz.
―¡Ah amigo! Haberme dicho eso antes, cachondo… En dos minutos estamos ahí ―concluí.
―Ok, ahora salgo a la calle para que me veais a lo lejos ―ayudó con sus palabras.
Y sí, nada más bajar el Ha’Penny se le veía saliendo de la puerta del café, inconfundible con uno de sus truhanescos sombreros. A Pedro lo que le ha traído aquí ―para cuando publique esto ya estará de vuelta en España― es un trabajo como monitor ―junto a otra agradable muchacha que no dudó en presentarnos― de treinta y seis chavales que están aprendiendo inglés en la céltica tierra de su admirado Rory Gallagher. Contento y guitarra a la espalda me cuenta que ha retrasado unos días la fecha estelar de su gira ―pasa a ser el domingo 18 de septiembre en el Teatro Federico García Lorca de Getafe, que la anterior coincidía con el Festival En Vivo―, que ya ha tocado alguna canción en directo por Bray ―ciudad situada a unos doce kilómetros de Dublín― y que le está encantando entrar en contacto con la música tradicional irlandesa y conocer más de cerca la historia y sonido de algunos de sus instrumentos característicos. La economía irlandesa será pésima ―tal y como nos comentó nuestro casero―, pero su música actual y tradicional seducen al más insensible y su literatura y paisajes encandilan a la más aviesa de las miradas.
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